Llega noviembre y con él, el frío y el cross
Después de dos meses y medio de entrenamientos y de meter muchos kilómetros, aún con calor, tenemos que salir de casa con sudadera, casi medio abrigo, y con la mochila llena de ropa de cambio: que si un top de repuesto, una camiseta larga, otra corta, el cortavientos, el chándal…después de dos meses y medio desde que empezamos la temporada, se acaba el buen tiempo y viene lo duro. Nos va a tocar lidiar de nuevo, cada día, con las heladas mañaneras, el viento y los cero grados.
Pero, lo bueno es que con ello llega el cross. Una especialidad que hasta hace un par de años no me gustaba demasiado. Muchos kilómetros (ocho, en concreto, o diez si miramos al campeonato de España), con frío, viento, lluvia, barro…pero que también tienen su encanto: esos fines de semana que coges la maleta llena de ropa de abrigo para viajar a Burgos o a Soria, en noviembre, con grados de menos que eso supone. En los que el domingo por la mañana madrugas para desayunar para que tu tripa no te recuerde durante la carrera que has comido demasiado tarde, que ocho kilómetros aún te dan para sufrir y más si no has hecho la digestión. Esas post-competiciones en las que te autoconvences de que te mereces una buena comilona, por el esfuerzo extra. Y ese viaje de vuelta de domingo por la tarde, que te recuerdan que se ha acabado la semana. Debo decir, que en el fondo me apetecen un poquito esos fines de semana, me recuerdan el encanto del invierno.
A los atletas nos gusta competir, vernos mejorar a nosotros mismos, y demostrar en las carreras lo que hemos entrenado. Tengo la suerte de tener un grupo de entrenamiento en el que nos apoyamos unos a otros, y especialmente tengo a mis dos chicas , Marta Pérez y Mariajo Pérez, con las que comparto casi cada entrenamiento y nos servimos de ayuda mutua en los rodajes y las series. Por suerte, las tres hemos ido evolucionando más o menos al mismo nivel y podemos medirnos cada día. Y así, parecemos tres pollitos dando vueltas al verde del INEF, una detrás de la otra, turnándonos para tirar cada serie y que se pase más rápido el sufrimiento, y así vamos mejorando y mejorando poco a poco. Es por eso, que después de tantos entrenamientos y a unas semanas vista de los crosses, siento que voy cogiendo la forma, con la ayuda de mis dos amigas y de mi entrenador, y realmente me apetece competir. Me siento con ganas, fuerte, resistente. Siento que, aún teniendo que rematar los últimos entrenos, estoy preparada correr y defenderme entre mis rivales por la clasificación para el Campeonato de Europa de Cross que se celebra en Eslovaquia. Estar allí es mi primer objetivo de la nueva temporada y tengo mucha ilusión por luchar por él.
Me apetece el ambiente del cross, la gente gritando al otro lado de la cinta, la música de fondo, el olor a brasa del kiosko de turno y el speaker animando. Pero sobre todo me apetece pasar frío en la salida de un cross, me apetece verme corriendo a ritmo rodeada de mujeres en un grupo de carrera, y me apetece llegar a meta vacía después de 8kms, habiéndolo dado todo y con la sensación de que me he dejado hasta el último gramo de fuerzas.
Y aunque, puede que me acuerde de mis palabras cuando vaya por el kilómetro seis, y me quede otra vuelta más en Atapuerca – ojalá que no- , me apetece que llegue el cross. Y la comilona del domingo, para reponer fuerzas, por supuesto. Porque somos atletas pero al fin y al cabo, nos gusta mucho comer bien.
Irene Sánchez-Escribano
Atleta Profesional (3000 obstáculos) y Graduada en Medicina.